El término ‘self storage’ es la forma abreviada de ‘self-service storage’ o autoservicio de almacenamiento, también llamado ‘mini storage’.
Un negocio de self storage ofrece trasteros, taquillas y/o espacio exterior en alquiler. Se alquilan espacios de self storage a particulares -que normalmente guardan enseres personales- y pequeñas empresas -que suelen almacenar excedentes y archivos.
Los contratos de alquiler pueden durar desde sólo un día hasta años.
Los espacios alquilados suelen estar cerrados con un cerrojo y llave del propio inquilino.
A diferencia de un guardamuebles, los empleados de un negocio de self storage no tienen acceso al contenido del espacio, limitando la responsabilidad del Operador respecto a las posesiones del inquilino.
La instalación está equipada con cámaras de seguridad, alarmas y control de acceso, para proteger las propiedades de los clientes y puede proporcionar acceso las 24 horas.
El self storage ofrece a empresarios, promotores, propietarios de inmuebles e inversores la oportunidad de diversificar sus inversiones con relativa seguridad y confianza. El sector inmobiliario del self storage ha demostrado ser uno de los segmentos inmobiliarios más fuertes (por no decir el más fuerte) de la última década, confirmando su atractivo y resistencia a la crisis económica.
En Estados Unidos el sector ha florecido convirtiéndose en una clase de activo maduro e importante. En el resto del mundo, el self storage está, dependiendo la región en distintas etapas de inicio aunque da muestras de ser un sector tan potente como lo es en Estados Unidos.